La Verdad Negada

El Ser humano se siente feliz como se ve, aceptable y reconocible como se conoce y se identifica, como ha terminado por aceptarse y como se entiende consigo mismo: una expresión de la naturaleza igual que los animales a quienes, por cierto, no respeta ni considera seriamente ni les reconoce ‘derechos’. Pero le sirven a guisa de comparación. Y ese Ser humano es una dualidad consciente: hombre y mujer, dos principios separados pero complementarios aptos para la reproducción, o sea, para la generación de nuevos seres similares. El hombre, el varón, se siente afortunado, privilegiado por ser justamente varón. Y la mujer se siente favorecida, bendecida por precisamente detentar la maternidad. Y todo parece estar en orden…  Pero dice la psicología que la mujer aspira a la masculinidad del varón, y que el varón suspira por la feminidad de la mujer… La comunidad humana, sin estricta concordancia con tal teoría, pero asociada a ella, se ha estado escindiendo modernamente para volver a

 Los estándares radiantes climáticos terrestres, hasta hace más o menos cien años, eran:  1,353 U. A. aprox. (Unidades Astronómicas de radiación, tal que K/K 0 = 1, que mide la radiación solar recibida en la superficie de nuestro planeta conocida como ‘constante solar terrestre’ después de cruzar las bandas Van Allen, que enfrentan una presión radioactiva de 63’450,720 W/m 2 del sol y del cosmos -y que es aceptada como la medida basal para apreciación en otros planetas-), con una temperatura promedio de 14°C en su superficie con picos extremos en sus polaridades de -69°C y/o +56°C, y un promedio atmosférico de 101 bars de presión ( 780 Hg según la medida tradicional, que equivale a la gradación de: 1 atmósfera, medida también básica para evaluar la presión atmosférica en otros mundos) y con composición media de 78% de nitrógeno y 21% de oxígeno (pero: no oxígeno simple, sino MOLECULAR, o sea, el respirable, dos moléculas enlazadas de oxígeno simple), mas partes por millón de o

La “Santa Muerte”, un cadáver viviente… Un Ente o entidad auxiliar al servicio del Altísimo La imagen de la muerte que vive o de la vida que no muere… Para cualquier occidental sensato, un verdadero contrasentido, una locura. Incluso, algo demoniaco. Pero para el precolombino al que heredó el latinoamericano promedio, una realidad que excede la suposición del cristiano tradicional y del mismísimo culto celta o de cualquier otro culto grecolatino con herencia mesopotámica ancestral, -al que el cristiano occidental heredó-o el precolombino estatuyó a la muerte como un dios regente para todo individuo fallecido tal que dios actuante a modo de fenómeno natural parte del Ser trascendental que lidia con la vida y la propicia: los cultos precolombinos personificaban a la muerte como estado o condición presente y actuante del Logos ontológico que dispone la vida como una pequeña oportunidad el Emisario que al concluir la oportunidad vital del Hombre, se presentaba a recoger el alma para