El Ser humano: ¿ser hombre o ser mujer?
El Ser
humano se siente feliz como se ve, aceptable y reconocible como se conoce y se
identifica, como ha terminado por aceptarse y como se entiende consigo mismo:
una expresión de la naturaleza igual que los animales a quienes, por cierto, no
respeta ni considera seriamente ni les reconoce ‘derechos’. Pero le sirven a
guisa de comparación. Y ese Ser humano es una dualidad consciente: hombre y
mujer, dos principios separados pero complementarios aptos para la
reproducción, o sea, para la generación de nuevos seres similares. El hombre,
el varón, se siente afortunado, privilegiado por ser justamente varón. Y la
mujer se siente favorecida, bendecida por precisamente detentar la maternidad.
Y todo parece estar en orden…
Pero dice la psicología que la mujer aspira a la
masculinidad del varón, y que el varón suspira por la feminidad de la mujer… La
comunidad humana, sin estricta concordancia con tal teoría, pero asociada a
ella, se ha estado escindiendo modernamente para volver a aceptar su status
como era antes del cristianismo: los anatematizados que prefieren el amor por
los varones, igual que las mujeres amantes de las mujeres; y, además, los transexuales…
Todos, como normalidad social desde que se trata de un “Derecho humano implícito”
… Y sí: a lo largo de la historia todo ello ha sido recurrente, ordinario sin
ser necesariamente un “derecho”, como se predica ahora, y que hoy por hoy con
la aceptación explícita de la divergencia sexual, tal “aceptación” parece una
‘concesión’, una “gracia” que concede el Status a los disidentes sexuales sin pretender
aplicar castigos civiles ni penales, pero así: como cedencia, como ‘concesión’,
una ‘dispensación gratuita’… y eso a la larga, tiene cargos… Porque un
“matrimonio homosexual” NO ES, realmente, un matrimonio: es una homogamia, de hombre-hombre y/o mujer-mujer,
pero sin posibilidades de procreación que es, al final de todo, el sentido
natural de la división sexual como tal… El hecho de querer dar en adopción
“hijos” a tales matrimonios constituye
exactamente el atentado social de homologar a hombres y mujeres… Y, como quiera
que sea, hombres y mujeres NO SON NI IGUALES NI LO MISMO… Sodoma y Gomorra
cometieron exactamente ése error…
Esa fue la
equivocación: en la historia de Sodoma y Gomorra bíblica se enuncia, por
principio y al parecer, castigo por ‘conducta social irregular’… Pero: quién
definió lo que es ‘conducta irregular’? Porque Dios, en su Ley, no… Pues, otra
vez: el judaísmo sacerdotal y su
heredero inmediato, el cristianismo;
ambos son los responsables de la represión y la satanización de lo erótico en
todas sus formas, de toda manifestación sexual. Y posteriormente, el Islam
también, que hasta llegó al extremo de negar cualquier derecho sexual a la
mujer. Pero hay un límite a las posibilidades siempre: el límite del ‘Deber
Ser’ que enuncia la necesidad sin que explícitamente esté legislado… Porque la
Ley universal no se preocupa por definir penalidad: su enunciado explicita la
satisfacción por la falta… Por tanto, la represión de Sodoma y Gomorra queda en
entredicho: o fue una premonición obscura, o una lección preventiva, o una
fantasía sacerdotal acusatoria… O, quizá, se trate de una alegoría que ilustra
algo un tanto distinto de la tosca realidad de simplemente una preferencia sexual individual… Quizá cuando esa ‘preferencia’ se vuelve
general y pervierte su sentido… Hay que entender, para no equivocarse,
porque el asunto es delicado...
Qué hay, realmente,
tras el género humano, hombre y mujer?
La condición animal es similar a la del Hombre: sexuada… Así que parece
no haber distinción explícita entre Seres humanos y animales… La división del
Ser primigenio en dos entidades no le resulta clara –y ni siquiera plausible- a la humanidad, por más que abunden
explicaciones de todo tipo: se ha determinado aceptar la creación de los dos
géneros simultáneamente sin mayor discusión tal que status normal,
biológicamente como lo único posible. Y la ciencia así lo confirma por otra vía:
se trata de dos géneros procreativos, producto de la evolución orgánica uno con
otro, y no hay más. El mundo natural lo confirma. Punto. No hay nada que
discutir. Y las ‘defectividades’? Bueno: resultado de desviaciones orgánicas
plausibles, pero nunca evidencia de ‘normalidad ordinaria’. Y, ciertos
hermafroditismos presentes por ahí, aunque no sean obvios? Y, las
“preferencias” homosexuales...? Todo ello, qué?
En el Reino
animal, por cierto, existen modelos de hermafroditismo, preferencias
homosexuales y disfuncionalidad sexual, lo que no hace causa para considerar a
esos animales como anormales, depravados o disformes… Será porque “solo son
animales”? Orgánicamente el Ser humano es solo animal… Será que, en función de
sus facultades mentales, gracias al ‘Alma’, pues, el Hombre debe reprimir
todo ímpetu emocional, pasional, vivencial y material? Será que debe
proyectarse desde ahora y aquí al “ámbito superior” que ‘le pertenece’ o ‘al
cual pertenece’ y negar hasta la supresión su ímpetu natural? Debe “negarse” a
sí mismo? Eso predican los anacoretas y los místicos … La manera de demostrar
“su pureza”…
La vida ordinaria
en sociedad y el prurito existencial compelen al Hombre a completar su Ser con
alguien: la ‘pareja tradicional’ como consumación de la unidad original: vienen
a ser “una misma carne”, dice la Escritura… Así que su dedicación original era
“complementarse” y vivencialmente co-existir como una pequeña entidad cósmica
que explica y justiprecia al Ser humano como Ente posible entero dentro del
marco de lo necesariamente reclamable en el ámbito universal de Ser, la
unicidad…
Qué difícil
le resulta al Hombre entender esto! De hecho, no lo entiende porque linealmente
lo toma solo como una simple ‘vocación sexual’… Todo esto significa, en términos redondos
reales, de fondo, que ser hombre
o ser mujer NO TIENE
IMPORTANCIA! Carece de sentido trascendente…! Jesús, cuando “liberó” a la mujer
de su status subalterno para hacerla igual al hombre, dejó bien en claro esto:
hombres y mujeres son al final, seres parciales, iguales, finalmente
incompletos por sí solos que ‘completan’ o “rellenan” su parcialidad con su
pareja… Sus sucesores políticos y doctrinarios no lo entendieron. Y el mundo siguió por la libre, como si ni Jesús
ni nadie hubiese aclarado nada…
La realización personal, como hombre o como mujer en el mundo común,
ordinario del día a día en el mundo general, tiene desde luego algún sentido o
mucho sentido. Pero no es la meta existencial de la gente ni su sentido
trascendental. Aunque la gente no lo entienda: nadie hasta ahora se dedicó
a hacérselo entender a nadie: para todos los predicadores convencionales, esto
viene a ser un dato dado… Pero: “Ser hombre” o “ser mujer” tiene una lógica
provisional, de mundo en proceso… Pero para nada implica algo trascendental:
pareciera, diríase, una representación teatral donde el varón representa o debe
representar la Ley, el orden y el poder, en tanto que la mujer figura la
continuidad, la permanencia y la estabilidad… El problema en este caso, es que una ‘representación’ NO es prédica,
porque los significados están en función de su sentido existencial: la realidad
que concilia sus contrarios en una síntesis unificadora y no en desafío (para
la consecución de resultados explícitamente evaluables para un mundo dividido a
través del tiempo, donde la mujer ansía el Poder y el varón la estabilidad
aunque no les sea definitivo) tras lo cual está eficientemente la autoridad
universal que debe ‘evaluar’ los resultados del modelo, de modo que, a status
actual, pareciera haber valores
invertidos… Justamente es lo que tenemos hoy día como ‘valores presentes’:
Valores invertidos explícitos a título social! El varón que se desconoce y la
mujer que también se extraña… Y ambos reclaman reivindicaciones… Claro: la
sociedad ordinaria no sabe qué decir, y se debate en conflicto porque la
tradición le dice habitualmente qué ha de ser, de acuerdo a la convencionalidad.
Y esto parece no cumplirse, hoy por hoy…
Es el dilema final del mundo, llegados al caso. Dilema sin respuesta,
porque la solución está aparte de las opciones terrestres conocidas,
convencionales, tradicionales. No se trata de ‘machismo’, como tampoco de
“feminismo”. No se trata de ‘sistema’ ni de ‘valores’ ni de personalidad: se
trata de esencia ontológica, que suena muy pedante –por cierto- porque no nos
avenimos a pensar en lo que somos y en lo queremos ser: nos queda lejos: nos
suena ajeno…
Pero el reclamo trascendental está ahí…
Y la solución inesperada, también ahí, ad-portas…
Sin que sepamos qué o cómo hacer…

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